4. Los médicos católicos y las resoluciones de la AMA sobre contracepción

Resumen: Capítulo IV

Los médicos católicos y las resoluciones de la AMA sobre contracepción

En el presente capítulo se estudiará la relación que los médicos católicos de los Estados Unidos mantuvieron con el Informe que el Comité para el Estudio de las Prácticas Contraceptivas emitió en 1937, y que originó la Resolución institucional que aprobó esas prácticas.

En un primer momento se analizará la participación que tuvieron algunos médicos católicos, como miembros del Comité, en la producción del citado Informe. En un segundo momento, se abordará las reacciones que manifestaron las asociaciones de médicos católicos y algunos teólogos ante el Informe de la AMA.

Al tratar de ambos aspectos, se ha de tener presente que el Papa Pío XI había promulgado, siete años antes, la carta encíclica Casti connubii, en la que el Pontífice había confirmado con mucha energía la condena de la contracepción artificial, condena tradicional en la Iglesia católica, pues tenía remotos antecedentes en el Magisterio y contaba con la adhesión general de los fieles católicos. Pero, como se mostrará en el cuerpo del capítulo, no fue esa la posición que adoptaron algunos miembros del Comité de la AMA cuya condición de católicos era públicamente conocida.

En 1936, la Cámara de Delegados de la AMA publicó la Resolución del Comité para el Estudio de las Prácticas Contraceptivas en el que se mantenía el rechazo institucional al control de los nacimientos. Había dos católicos entre los cinco miembros del Comité: John Rock y George Kosmak, que se contaban entre los más destacados ginecólogos del momento. Además, otros dos de sus cinco miembros habían estudiado en universidades católicas, y enseñaban o habían enseñado en algunas de ellas.

Meses después de que el Comité presentara su Informe provisional en 1936, la Junta Directiva decidió ampliar a nueve el número de sus miembros, añadiendo a los cinco ya en funciones otros cuatro, de los que uno era católico. Como ya se indicó en otro Capítulo, el Informe del Comité de 8 de junio de 1937 significó un giro radical en la postura de la AMA hacia la contracepción; que, de ser rechazada como impropia de la medicina, pasó a ser incluida entre los actos propios de ella.

¿Cómo conciliar la fuerte presencia de católicos en el Comité con la presentación de un Informe cuyo contenido y conclusiones estaban en notoria contradicción con la firme y bien conocida doctrina moral de la Iglesia de Roma?

G. Kosmak, a pesar de su afirmada notoriedad como católico practicante, nunca mantuvo una posición plenamente acorde con la enseñanza de la Iglesia sobre la contracepción. Por el contrario, asumió un papel cada vez más activo en la empresa de reconocer la contracepción como actividad médica.

John Rock, a pesar de su notoriedad de católico, fue a lo largo de toda su dilatada carrera un activo promotor de la contracepción como responsabilidad del médico. Su discrepancia con la doctrina del Magisterio nunca le causó
problemas de conciencia.

Se ha de concluir, por tanto, que la etiqueta de “católico practicante” o “católico devoto” asignada a Kosmak y Rock no tiene en cuenta sus ideas sobre las prácticas contraceptivas.

Junto a esto, la nueva actitud de la AMA supuso una fuerte contrariedad para los médicos y los teólogos moralistas interesados en la ética de la medicina que habían hecho suyas las enseñanzas de la encíclica.

Dos días después de aprobada la Resolución de 1937 por la AMA, el News Catholic Service difundía la noticia, fechada el 10 de junio, de que la Federación de Gremios Médicos Católicos, reunida en Atlantic City, había hecho pública una Declaración que condenaba en lenguaje encendido de la citada resolución. Afirmaba tal Declaración que los médicos católicos se negaban a alinearse con colegas que suscribían una filosofía pagana y que pretendían convertirlos en los sepultureros de la nación o, mediante el aborto y la eutanasia, en sus verdugos. Y añadía que “la práctica por cualquier motivo de la contracepción artificial pervierte el orden moral, provoca la desconfianza mutua en los esposos que la usan, y su uso por razones médicas socava las virtudes sobre las que se funda la civilización cristiana.” Concluía que “ninguna necesidad humana puede conferir al médico el derecho a quitar la vida o a impedirla… Cualesquiera que sean los derechos legales de ahora o del futuro,
la Federación afirma que los derechos legales no son necesariamente derechos morales, pues no raras veces están en oposición directa a los derechos de Dios”.

A la condena de los médicos se sumó la simultánea desaprobación de los teólogos moralistas. Así, el Padre Cox, S.J., profesor de Ética en la Fordham University, además de reprobar la decisión de la AMA como “un nuevo avance de la ideología pagana sobre la vida en su origen y en todas sus fases, que ha propiciado una situación mundial que no concuerda ya con la razón ni con el sentido común”, propuso la creación de una “legión de la decencia” para combatir a los productores de contraceptivos y a los médicos que aprueban su uso.

Tampoco se hizo esperar la reacción de Comité Ejecutivo de la Asociación Católica de Hospitales. En su resolución de 18 de junio de 1937, solicitó a la AMA que aclarara la confusa situación creada por las discrepancias existentes entre el informe y los titulares de prensa sobre la resolución y las recomendaciones de la Cámara de Delegados. La Asociación Católica de Hospitales reconocía que la AMA había cambiado su actitud frente a la contracepción, pero encontraba que la Resolución era en muchos puntos imprecisa, por lo que pedía con energía a la AMA que definiera con precisión cuál era su actitud. Además, rehusaba aceptar que la Resolución fuera auténtica expresión del parecer de todos los miembros de la Cámara de Delegados. Como era de esperar, dada la política de la AMA, la petición de la Asociación Católica de Hospitales quedó sin respuesta. Lógicamente, tampoco faltaron las condenas de los miembros del episcopado de EE.UU.

 

DE LOS ORÍGENES DE LA CONTRACEPCIÓN A LA HUMANAE VITAE: ALGUNOS EPISODIOS SILENCIADOS

Autor: Gonzalo Herranz, Universidad de Navarra. Email: [email protected]

 

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